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Aprendiendo a callar

Un profundo silencio se siente lejos del centro de la ciudad, como si toda esa música de las grandes metrópolis fuera lapidada poco a poco a medida que vas de una calle a otra alejándote del centro.

La queja de los cuervos y algunos carros tímidamente irrumpen el silencio de vez en cuando. Todo comienza a cambiar al subir al tren, solo se escucha el ¨chaca chaca¨ de los rieles, el silencio comienza a reinar y hay muy poca gente que habla en un tono moderado para no molestar a los que duermen después de un día duro de trabajo. De repente una voz repite el nombre de la estación siguiente en japonés y en ingles con un tono plano, sin emoción alguna, las puertas se abren y se escuchan los pasos de los afanados japoneses por llegar a casa y nada más. A medida que vas alejándote del centro de Tokio o de cualquier ciudad en Japón el silencio se va volviendo pesado y en los barrios reina una paz que puede ser maravillosa o espantosa, eso depende del estado de ánimo del transeúnte.

El silencio es una característica de Japón, algo que lo define como un país profundo y solemne. He llegado a disfrutar de este silencio con el tiempo, al principio como extrañaba la bulla de mi tierra, el sentirme como de fiesta siempre, las calles de Bogotá están llenas de vida y color, aunque también de peligro y zozobra.

Traje conmigo una paranoia de la que me fui deshaciendo poco a poco, al punto de temer solamente a la aparición de un fantasma japonés después de saber que es ese el mayor peligro al que me expongo caminado sola por las calles oscuras de Yokohama. Ahora disfruto el silencio y la bulla, ambas como un regalo de la vida. Los dos extremos me relajan y me hacen sentir igual de viva, en Japón el silencio es casi como la música realmente inspiradora.

EL silencio que está en el ambiente japonés encierra muchas cosas, es casi como si todo lo que nos rodeara dejara ser percibido por el órgano auditivo y se encerrara en algún lugar de la mente para generar un ruido inimaginable e infinito, un ruido que a veces mata. Los japoneses todo lo hacen hacia adentro y su forma de expresarse es tan única que cuando callan dicen mucho mas que con palabras.

Los japoneses callan porque no quieren ofender a nadie y esto es algo que he logrado valorar con el tiempo, en realidad al principio llegue a pensar en que era extremadamente odiosa esa actitud que tienen los japoneses de no decir lo que piensan casi nunca o en algunos casos, nunca. Para mí esto se definía como hipocresía y de verdad me parecía insoportable.

Un japonés considera extremadamente grosero y de mal gusto decir lo que piensa sin pensar antes en, hasta donde sus palabras van a molestar a su interlocutor por ello prefieren callar. Tener cuidado con las palabras es una práctica constante, sin embargo, esto no quiere decir que no se expresen y ese es uno de los detalles más complejo de esta cultura. Los japoneses lo llaman ¨read the air¨ o leer el aire. Para un latinoamericano aprender esta dinámica es casi como aprender el idioma mismo, ambos igual de necesarios para interactuar con japoneses.

Los japoneses expresan sus sentimientos y emociones con un lenguaje oculto tras las palabras que meticulosamente están pensadas para no generar conflictos, el lenguaje no verbal también juega un papel muy importante y por su puesto los gestos, las posturas etc. Callar para no herir es un silencio que aturde mucho cuando no eres japonés.

¨Jamás te diré que NO, pero sabrás que no quiero decirte que si solo con mirar mi rostro y a pesar de que no te agrade mi respuesta, callaras lo que quieras decir para evitar que me sienta incómodo y que al final tú también te sientas infeliz¨.

Esto es algo parecido a lo que pasa por la cabeza de un japonés en segundos a la hora de tener que decir que NO. Les cuesta tanto decirlo directamente que para no ser rudos con alguien se niegan de manera implícita, quizás una mirada vaga o una mueca sutil con un suspiro algo como: ¨ humm… quizás debo revisarlo un poco más y analizarlo, seguramente podremos hacerlo más adelante, dame un poco más de tiempo porque debo resolver algunos asuntos ¨ luego de esto puedes estar seguro de que todo ha terminado. Lo he vivido millones de veces en mi trabajo, la hipocresía más cruel solía pensar yo.

Hay un silencio que me agrada y que es música para mis oídos, el silencio de la humildad japonesa. ¿De qué se trata esto? ¿De que los japoneses son seres evolucionados caídos del cielo y no poseen apego alguno al banal placer de jactarse de lo que se es o se tiene? Pues error, ellos si se creen superiores, son nacionalistas y hasta racistas, pero no lo expresan jamás porque eso seria no tener modales y los modales son un pilar de la sociedad.

Decirle a los demás lo bueno que eres para hacer algo o ufanarse de lo que se tiene es de muy mal gusto, la usanza es alabar a los demás y nunca a sí mismos para no tener que lidiar con la responsabilidad de haber humillado a alguien o simplemente porque no quieren que nadie sienta envidia de ellos, es un sentimiento negativo y eso les molesta.

Mi esposo se graduó de la Universidad de Tokio, algo de lo que me siento profundamente orgullosa, pero alguna vez lo mencione en una reunión con amigos y esto le causo un malestar a mi esposo que yo no logré entender en aquel momento. Con el tiempo comencé a maravillarme con la razón de su molestia, sus palabras fueron: ¨Qué sentido tiene que digas algo que en realidad no tiene merito alguno, si yo no puedo demonstrar que soy el mejor en lo que hago no vale de nada haber salido de Tokio y lo único que tu comentario logra hacer es herir a los demás, decirles que ellos no son especiales, entiende que yo solo soy alguien más¨

Aun no olvido esas palabras, por favor calla por los demás, las lecciones de la verdadera prudencia, algunas personas que conozco me han llamado imprudente, en realidad soy transparente y escueta al hablar, pero que equivocados estamos, la prudencia radica en la consideración por la situación de los demás, se trata de no jactarnos o alardear para minimizar a otros como bien dirían por ahí ¨Dime de lo que te jactas y te diré que careces¨.

Este fenómeno social que ahora considero fascinante ha generado un cambio en mi que me resulta doloroso y es que, al hacerme consciente de este tipo de silencio relacionado con los buenos modales, comienzan a ser irritantes para mis ciertos comportamientos propios de mi cultura y mi gente, eso me duele.

A nosotros nos encanta alardear, decir a los demás lo que sabemos hacer como nadie más lo haría, alardeamos sobre la universidad de la que nos graduamos, alardeamos sobre el estatus al que pertenecemos. Sentimos un placer profundo cuando nos permiten mostrar que tan inteligentes somos y creemos que así somos más carismáticos, demostrando la seguridad que tenemos en sí mismos, los colombianos somos simpáticos y además sabemos bailar, somos casi perfectos.

Hacemos tanto ruido que nos olvidamos de que quizás a nadie le importa que somos todas esas cosas, nos hace falta callar un poco más. No somos el centro del mundo somos solo alguien más y mientras no seamos capaces de cambiar el mundo a fuerza de acciones y ejemplo, no hay auto reconocimiento que agregue valor alguno, en ese caso solo podemos generar un insoportable ruido.

La cultura del ¨ usted no sabe quién soy yo¨ tan egocéntrica y casi despreciable, nos saca del verdadero sentido que tiene la vida, no somos más que alguien habitando la tierra y el aporte que hagamos para mejorar la vida de todos en este planeta es lo que tendrá verdadero valor. ¨ Calla porque tu ego es el único que habla cuando te alabas a ti misma, deja que los demás reconozcan quién eres por lo que haces y demuestras con acciones, no hagas tanto ruido¨ esta lección aun me duele porque apenas hasta ahora estoy aprendiendo a callar.


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