El retrato intimo de la mafia japonesa
Tokio es una ciudad segura, cuenta con uno de los índices mas bajo de criminalidad en el mundo por eso cuesta imaginar que extendidos, por todas partes de la ciudad, están los tentáculos de una de las mafias mas temibles de la historia de la humanidad: la famosa y mítica Yakuza.
Esta es una organización muy antigua que no solo fue uno de los pilares de la economía japonesa después de la segunda guerra mundial, donde alcanzó su mayor esplendor, si no que además guarda en su corazón mucha de la cultura popular japonesa como un tesoro inimaginable que pocos han logrado conocer.
La Yakuza es la mafia más grande del mundo, deriva de los códigos samurái y hoy en día cuenta con aproximadamente 86,500 miembros dentro de su nómina. Está compuesta por clanes o más bien, poderosas familias, por las que por consanguinidad o una fuerte lealtad, sus miembros darían mucho más que la vida.
Esta poderosa estructura criminal que ha sobrevivido y mantenido su poderío gracias a su estricto código de honor donde la lealtad y obediencia son las bases de una brutal tradición, tan brutal como hermosa, si la miramos como el documento histórico que es en sí misma. Esta enriquecida con la cultura japonesa antigua que les fue heredada de los Samuráis, de sus mitos y relatos fantásticos. Desentrañar los secretos de esta organización es impensable, por un lado, porque no todos tienen el valor para entrar al oscuro corazón de Yakuza y por el otro porque el hermetismo con el que guardan sus rituales y tradiciones es a prueba de todo.
A pesar de que esta mafia ha inspirado toda suerte de obras cinematográficas, animes y libros, no había sido posible saber si estos documentos se acercan a las verdaderas vivencias de la organización hasta que un atrevido fotógrafo logró captar durante dos años la vida de los Yakuza.
Anton Kusters de nacionalidad belga decide arriesgarse a retratar durante dos años una de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo para terminar entregándole al mundo este maravilloso retrato real de la Yakuza y sus miembros.No podríamos saber si esa idea que tenemos tan temible de la mafia japonesa se afianza con estas fotografías, pero lo que si es cierto es que en ellas está plasmada también esa versión humana que casi ningún relato podría plasmar con exactitud.
Hay mucha información sobre la historia de la organización, pero jamás se había develado el corazón de ella de esta forma. Kusters logra en sus fotografías plasmar momentos cotidianos de sus miembros y es allí donde está la magia de la verdad; él no nos muestra las imágenes de un thriller de acción con balaceras o artes marciales, se trata de seres humanos que hacen parte de una tradición, del amor y orgullo que sienten al hacer parte de ella. Los Yakuza exhiben con orgullo sus tatuajes para gritarle a mundo que son Yakuza. Krusters nos permite entender a través de sus fotografías que ser Yakuza es una forma de vida, una elección que significa devoción para siempre a la organización, al clan y a los mayores hasta la muerte.
Si bien es cierto que la Yakuza se toma partido de la corrupción, que manejan negocios ilegales como droga, prostitución y que obviamente se hace uso de la violencia, la mirada de este fotógrafo nos muestra una cara distinta, este es un relato donde lo que hay para ver es mucho más profundo, es el descubrir de los Yakuza apartado del mito de la organización criminal, es más real y totalmente humano.
Como lo dice el mismo artista: "Cuando miro atrás y pienso por qué me dejaron vivir dos años con ellos, mi respuesta es que ahora tienen una crónica de su familia completamente documentada. Cuando un extraño examina las imágenes, puede ver lo malo, los rincones oscuros, pero ellos solo ven una cosa: a su familia".
Los invito a ver esta maravillosa obra para descubrir algo de Japón y a acercarse a lo mas real del mito de La Yakuza japonesa.